Obituario
Dr. CARLOS ALEXANDER DUPLEICH
El doctor Carlos Alexander Dupleich falleció el pasado día 9 de septiembre.
Carlos, de familia boliviana, (su padre, un hombre polifacético que fue embajador de su país y director de periódico, fue también cónsul en Barcelona), estudió la carrera de Medicina en la Universidad de Barcelona. Realizando posteriormente en el Hospital Clinic, estudios de Medicina Interna.
Hizo la residencia de Radiología en el Hospital Vall de Hebrón.
En 1978 vino a a nuestro Departamento en Madrid, fascinado por los nuevos aires del Radiodiagnóstico, para hacer una estadía corta, hizo grandes amigos y se quedó con nosotros un largo periodo.
Durante los primeros años de su especialidad trabajó en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, en el Hospital de Bellvitge y
posteriormente como jefe de Servicio en el Hospital Clinic de Barcelona. Desde 1980 y hasta su jubilación fue Jefe del Servicio de Radiología de la Clínica Corachan.
Fue aquí donde pudo dar forma a sus deseos académicos y de formación postgrado, organizando los Cursos Corachan que contó con invitados estelares de la radiología más avanzada y a los que daban brillo una nutrida asistencia de toda España.
Con ser su carrera profesional brillante, este recuerdo sería incompleto y sobre todo injusto. Porque el Dr. Alexander era sobre todas las cosas un profesional de gran honestidad intelectual, con un gran sentido de la responsabilidad, siempre comprometido con el bienestar de los que trabajaban para él.
Pero además era un hombre de gran cultura, lector empedernido y gran aficionado al arte y al jazz. De una curiosidad insaciable, sin límites, no se contentaba sin una respuesta adecuada a las preguntas que hacía.
Carlos Alexander ha sido mi amigo más de 40 años. Más que eso, porque era gran amigo de mi esposa Marisa, nuestros hijos, sus esposas y nuestros nietos. En realidad, era alguien de la familia. Como dije hace unos días, es como perder súbitamente un hermano menor, alguien que “siempre estaba ahí.” Tantas batallas juntos, dejan una huella profunda.
Su vida “familiar” muy por encima de la profesional, le llevó a perseguir con intensidad y gran éxito la integración en su círculo íntimo de los seres más queridos, tanto propios como añadidos por su matrimonio.
Resistió la enfermedad con una entereza extraordinaria, gracias sobre todo al soporte incondicional de su esposa Carola, con quien había encontrado la estabilidad y el amor deseados.
Falleció en paz y rodeado de los suyos. Así lo quiso.
César Pedrosa