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Áreas de conocimiento
SOBREVIVIR AL HASTÍO
Durante décadas los radiólogos, especialmente los radiólogos de musculoesquelético, hemos estado ocupados con nuestras dos principales amenazas. Por una parte, el elevado coste de nuestras máquinas, que en el pasado nos mantuvo a muchos realizando nuestro trabajo con aparatos manifiestamente obsoletos. Por otra parte, llevamos años enzarzados en el evidente conflicto de competencias con otras especialidades. A estas alturas, pretender que otros especialistas del área del aparato locomotor no dispongan de máquinas adecuadas para realizar no sólo procedimientos intervencionistas, sino también diagnósticos, es una quimera. Es simplemente cuestión de tiempo que los muchos que ya hay extraordinarios, se conviertan en legión.
Sin embargo, la verdad de la buena es que se nos ha venido encima un tsunami, sin comerlo ni beberlo. Este fenómeno que nos afecta “No es una tormenta perfecta, no es una convergencia planetaria, ni las bajas presiones, ni la emancipación de los paramecios, es la mala gestión crónica y la falta de previsión” (1).
Lo que mueve las máquinas son las personas. Detrás de cada nueva RM última generación de 3T tiene que haber, y digo tiene, porque a veces no hay, un radiólogo con conocimientos actualizados interesado en implantar nuevas secuencias y en construir nuevos protocolos. Y detrás de cada ecógrafo con resoluciones estratosféricas y calidad de imagen supersónica, tiene que haber un paciente con una patología susceptible de ser diagnosticada. Porque la radiología musculoesquelética, que es víctima de su supuesta intrascendencia, necesita verse ahora y diagnosticarse ahora, no dentro de un año. Los radiólogos de musculoesquelético sufren especialmente el colapso del sistema en la sanidad pública. La patología aguda, deportiva, del paciente joven en activo, del dolor tratable ahora, se ha marchado de forma masiva a la medicina privada y no parece que de momento tenga intención de volver a la práctica pública.
En los últimos años se han autoexiliado 20.000 médicos (1). Al margen de que la explicación oficial para esta fuga masiva de médicos sea la mejor remuneración económica, las razones por las que un médico abandona la seguridad de su puesto de trabajo en la medicina pública o hace las maletas para marcharse a un país extranjero hay que buscarlas mucho más profundo, en el lugar donde se encuentran las emociones, la satisfacción personal y el propósito de la propia existencia vital.
A estas alturas todos los radiólogos empezamos a darnos cuenta de que, de aquí en adelante, sin que veamos ahora mismo el final de este túnel, trabajaremos siempre con una creciente sobrecarga de trabajo. Aumenta la demanda, y disminuye el número de radiólogos. Definitivamente no daremos abasto para abarcar toda la demanda.
Y en todo ese mejunje el sistema se resquebraja por problemas que arrastra de antaño: la precariedad laboral, la remuneración económica insuficiente para el nivel de responsabilidad, los horarios interminables de las guardias obligatorias.
Nunca antes los médicos estuvieron tan quemados. Según una encuesta publicada por el diario ABC en el año 2022 (2) el 90% de los médicos de atención primaria están insatisfechos con el desempeño de su actividad y el 75% creen que la atención primaria está peor que nunca. Según muestreo de la encuesta sobre la situación de la profesión médica en España del año 2019 (3), previa a la pandemia del coronavirus, un tercio de los médicos se declaraba insatisfecho. Es seguro que los niveles de insatisfacción posteriores a la pandemia han aumentado considerablemente.
No obstante, son los momentos más tristes de nuestra vida los que nos hacen crecer y madurar, mientras que los momentos felices, en términos de crecimiento personal, carecen de interés alguno. No se trata de adoptar una actitud cínica e indiferente a la realidad que nos afecta. Se trata de sobrevivir al hastío, de encontrar oportunidades en la catástrofe y prevalecer como especie en términos radiológicos. Según la RAE, “hastío” podría definirse como “aburrimiento muy grande; fastidio, tedio o enfado que causa alguien o algo”.
Ahora más que nunca debemos volver a la esencia de nuestra profesión. Es el momento de refugiarnos en nuestros pacientes, que nunca han dejado de estar en el centro de nuestra razón de ser. Ellos merecen que el tiempo que se les dedica sea el que necesitan y no menos. Y junto a ellos debemos luchar por sacar nuestro sistema sanitario de su atolladero.
Es el momento de encontrar soluciones creativas, de apoyarnos aún más en nuestros TER, que son nuestros amigos y colaboradores más estrechos, y de aceptar la llegada de la inteligencia artificial como un avance, y no como una amenaza.
La falta de reconocimiento a la capacidad y el mérito, en un sistema público infestado de “cargos de confianza” supone posiblemente una de las mayores injusticias del sistema. Sin embargo, tal y como sugiere el Dr. García Santos en su artículo ¿para qué publicar? (4), publicar es una decisión personal, fruto del deseo de aportar conocimiento, de arrojar respuestas a preguntas y de fomentar que surjan nuevas preguntas.
Es el momento de exigir ambientes de trabajo saludables, en el que todos los miembros se sientan seguros y respetados, con líderes a la altura, que supongan un ejemplo como profesionales y en el seguimiento de un código ético de conducta.
Es el momento de encontrar el placer en el arte de la enseñanza. Enseñar supone explicar a otro en 10 minutos, de tal manera que lo entienda, algo que a uno le ha costado meses entender. Y esto es un arte, pero es también un acto enorme de generosidad.
Es quizás, este momento en el que estamos, una oportunidad única para cambiar, para mejorar las cosas, y para ello debemos sobrevivir al hastío que nos acecha. Porque como diría Helen Keller (Optimismo, 1903), “ningún pesimista ha descubierto el secreto de las estrellas, ni ha navegado por mares desconocidos, ni ha abierto una nueva puerta al espíritu humano”.
No somos héroes, pero seremos optimistas.
Silvia Martín Martín
Vicepresidenta de la Sociedad Española de Radiología musculoesquelética (SERME)
Facultativo en Clínica Rotger en Palma de Mallorca (grupo Quirónsalud)
REFERENCIAS
1. Miguel Lázaro. “No es una tormenta perfecta”. Periódico de Ibiza. https://www.periodicodeibiza.es/opinion/opinion/2022/07/04/1753485/tormenta-perfecta-gestion-manifiestamente-mejorable.html.
2.Antolín. “Insatisfacción con su trabajo en el 90% de los médicos”. Diario ABC.https://www.abc.es/espana/castilla-leon/abci-insatisfaccion-trabajo-90-por-ciento-medicos-familia-202202091008_noticia.html.
3.ESPM-6a oleada – 2019
4.Santos JMG. ¿Qué Razones Tenemos Para Publicar? Radiología. 2013;55(6):467–8
